Tecnofeudalismo: Amazon, Google y Facebook como Nuevos Señores Feudales

Tecnofeudalismo: Amazon, Google y Facebook como Nuevos Señores Feudales

Varoufakis denuncia la transformación de un nuevo régimen de dominación digital, donde las big tech moldean nuestras vidas sin transparencia ni rendición de cuentas.


 

     El libro “Tecnofeudalismo: El sigiloso sucesor del capitalismo”, del economista y exministro griego Yanis Varoufakis, representa una crítica radical y provocadora a la etapa actual del sistema económico global. Lejos de ver al capitalismo como un sistema dominante y en evolución, Varoufakis plantea que este ha muerto silenciosamente, este plantea que el capitalismo tal como lo conocíamos ha desaparecido, dando paso a un nuevo orden económico que denomina tecnofeudalismo. En este nuevo régimen, las corporaciones tecnológicas ya no operan como simples agentes del mercado, sino como señores feudales digitales, capaces de controlar vastos territorios económicos y sociales a través del monopolio de los datos y de las plataformas. Este concepto representa una reconfiguración profunda de las relaciones de poder, producción y trabajo, donde las grandes corporaciones tecnológicas juegan un papel central. Según el autor, el sistema económico actual ya no se basa en mercados competitivos ni en la producción de bienes tangibles, sino en plataformas digitales que controlan vastas redes de datos y servicios, sometiendo a los usuarios a una forma de dependencia que recuerda a los feudos medievales.

    La tesis de Varoufakis está enraizada en una crítica al neoliberalismo y a las políticas económicas adoptadas a partir de la crisis financiera de 2008. Estas políticas, lejos de favorecer una distribución equitativa de la riqueza, han contribuido a la consolidación del poder de unas pocas corporaciones tecnológicas que operan con una estructura económica cerrada y jerárquica, explotando a los usuarios sin una contraprestación justa. En este contexto, las plataformas digitales no solo dominan los mercados, sino que también controlan la información, la comunicación y el acceso a los bienes y servicios esenciales, minando la soberanía individual y colectiva.


     En los últimos años, el debate sobre el futuro del capitalismo ha adquirido una nueva dimensión, especialmente a raíz de las transformaciones tecnológicas y económicas que definen el siglo XXI. En su obra “Tecnofeudalismo: El sigiloso sucesor del capitalismo”, Yanis Varoufakis inicia su análisis con una afirmación contundente: el capitalismo, tal como lo conocimos en el siglo XX, ha sido sustituido por un modelo económico distinto en esencia y forma. Según su tesis, los dos pilares fundamentales del capitalismo, los mercados competitivos y la obtención de beneficios mediante la producción de bienes, han sido erosionados por el avance de las plataformas digitales y la lógica del "capital nube". Las grandes tecnológicas como Amazon, Google, Facebook y Apple ya no compiten abiertamente en el mercado, sino que actúan como estructuras cerradas que capturan valor de manera unilateral. Al controlar los canales de acceso al mercado, los flujos de datos, la infraestructura digital y la atención de los usuarios, estas plataformas se convierten en entornos autárquicos donde ellas mismas establecen las reglas del juego.

     Una de las ideas centrales del libro es el concepto de "rentas nube", es decir, ingresos que las plataformas obtienen sin producir bienes tangibles ni participar en una competencia de precios. Las plataformas digitales generan beneficios al extraer datos de sus usuarios y vender acceso a estos a otras empresas o instituciones, muchas veces mediante modelos opacos e intrusivos. En este nuevo sistema, los usuarios ya no son consumidores pasivos, sino trabajadores invisibles que contribuyen con su tiempo, su información personal y sus interacciones digitales a la generación de valor económico sin recibir compensación alguna. Varoufakis denomina a este fenómeno como el surgimiento de una nueva forma de servidumbre digital, en la que millones de personas participan sin saberlo en la producción de riqueza que es acaparada por unas pocas corporaciones.

     El análisis del autor también se detiene en las consecuencias sociales y políticas de este nuevo orden económico. En primer lugar, destaca la creciente concentración de poder económico en manos de un puñado de gigantes tecnológicos. Esta concentración no solo genera desigualdad en términos de ingresos, sino también en términos de poder simbólico, cultural y político. Las plataformas digitales tienen la capacidad de influir en procesos electorales, moldear la opinión pública y condicionar el comportamiento social de millones de personas a través de algoritmos diseñados para maximizar la rentabilidad. El modelo tecnofeudal, por tanto, no se limita al ámbito económico, sino que penetra en todos los aspectos de la vida social, reduciendo la autonomía individual y debilitando las instituciones democráticas.

     En este sentido, Varoufakis observa que la crisis financiera de 2008 fue un punto de inflexión que aceleró la transición del capitalismo hacia el tecnofeudalismo. Las políticas de rescate a bancos y grandes empresas, junto con la expansión de la masa monetaria por parte de los bancos centrales, no se tradujeron en inversiones productivas ni en mejoras estructurales, sino en una consolidación del poder de las grandes corporaciones tecnológicas. Estas empresas, al verse favorecidas por el flujo de capital barato y la digitalización acelerada, aprovecharon para ampliar su control sobre la infraestructura global, mientras los Estados, debilitados por políticas de austeridad, perdieron capacidad reguladora y autonomía política.

     Un elemento clave del tecnofeudalismo descrito por Varoufakis es la transformación de la propiedad. Mientras que el capitalismo se basaba en la expansión de la propiedad privada y el intercambio libre de bienes, el tecnofeudalismo se basa en un modelo de acceso temporal y condicional. Las plataformas no venden productos en el sentido tradicional, sino que alquilan servicios bajo términos que pueden ser modificados o cancelados unilateralmente. Así, el usuario no posee realmente los contenidos que consume, ni siquiera los datos que produce. Esta lógica recuerda a la del vasallaje medieval, en la que los señores otorgaban derechos de uso a los siervos, pero conservaban la propiedad y el poder absoluto sobre el territorio. En la actualidad, ese territorio ya no es físico, sino digital, y está conformado por plataformas, servidores, nubes de datos y redes sociales.

     El libro también destaca cómo el tecnofeudalismo redefine el trabajo. En el modelo clásico, el trabajo era una actividad formal, mediada por contratos y derechos laborales. En el nuevo sistema, gran parte del trabajo está desregulado, es invisible y ocurre dentro de entornos digitales. Las personas generan contenido, engagement y datos que luego son monetizados por las plataformas, sin que exista una relación laboral clara ni protección jurídica. El fenómeno de los "microtrabajadores" —personas que realizan tareas breves en plataformas como Amazon Mechanical Turk, o que crean contenido para TikTok o YouTube sin garantías de ingresos— es un ejemplo elocuente de esta transformación. Varoufakis advierte que esta deslaboralización del trabajo supone una amenaza para las conquistas sociales del siglo XX y para la cohesión social en general.

     Además, la lógica del tecnofeudalismo altera profundamente la relación entre tiempo y productividad. Bajo el capitalismo industrial, el tiempo de trabajo estaba delimitado y existía una separación, aunque imperfecta, entre el tiempo laboral y el tiempo libre. Sin embargo, en el entorno digital, esta frontera se ha diluido. Las personas están constantemente conectadas, reciben notificaciones a toda hora y sienten la presión de estar disponibles y activos en las plataformas para no quedar rezagados. Esta colonización del tiempo vital por parte del trabajo invisible genera nuevas formas de ansiedad, alienación y dependencia, que afectan tanto a la salud mental como a la autonomía personal.

     Desde una perspectiva política, Varoufakis denuncia que los Estados han perdido su capacidad de actuar como garantes del interés público. La dependencia tecnológica, la falta de regulación eficaz y la captura del poder político por parte de las élites digitales han vaciado de contenido a muchas democracias modernas. Las decisiones públicas están condicionadas por los intereses de las grandes tecnológicas, y el acceso a servicios básicos como la educación, la salud o la movilidad está cada vez más mediado por plataformas privadas. Frente a esta situación, el autor plantea la urgencia de recuperar la soberanía tecnológica y de construir infraestructuras digitales públicas que garanticen el acceso equitativo y la protección de los derechos ciudadanos.

     Como respuesta a este escenario, Varoufakis propone un conjunto de alternativas para revertir la deriva tecnofeudal. Entre ellas destaca la creación de plataformas públicas, gestionadas de forma democrática y transparente, que permitan a los ciudadanos participar activamente en la economía digital sin ser explotados. También propone políticas fiscales redistributivas, una renta básica universal financiada con impuestos a la extracción de datos y una nueva legislación laboral que reconozca los derechos de los trabajadores digitales. Estas propuestas buscan no solo frenar el avance del poder corporativo, sino también construir un modelo económico más justo, sostenible y democrático.

     Este nuevo régimen económico también ha cambiado la naturaleza del trabajo. Ya no se trata únicamente de empleos tradicionales ni de relaciones laborales clásicas entre empleador y empleado. Plataformas como Uber, Amazon Mechanical Turk o incluso redes sociales como TikTok y YouTube convierten a millones de personas en trabajadores informales que, sin contratos ni derechos laborales, generan valor para corporaciones a través de su tiempo, atención y creatividad. Varoufakis identifica esto como un rasgo definitorio del tecnofeudalismo: el trabajo deja de ser reconocido como tal, pero sigue siendo fuente de explotación. Este fenómeno socava décadas de conquistas laborales, al tiempo que refuerza una narrativa de "libertad emprendedora" que en realidad oculta nuevas formas de subordinación.

     Otro punto clave en el análisis de Varoufakis es la manera en que el tecnofeudalismo ha alterado las estructuras de propiedad. En lugar de promover la propiedad privada distribuida, como en el capitalismo clásico, el nuevo régimen económico se basa en el acceso temporal, condicionado y controlado por plataformas. Las personas ya no poseen sus datos, ni siquiera muchas veces los productos que usan, sino que acceden a ellos mediante licencias o suscripciones que pueden ser revocadas unilateralmente por las empresas. Este sistema reproduce una lógica similar a la del vasallaje medieval, en la que el "señor digital" otorga permisos de uso a sus "vasallos", perpetuando así una dependencia estructural y eliminando la autonomía de los usuarios sobre sus recursos digitales.

     El tecnofeudalismo también implica una redefinición del tiempo. Bajo el capitalismo industrial, la jornada laboral estaba delimitada, al menos en teoría. Hoy, con la ubicuidad de las tecnologías digitales, el tiempo de trabajo se disuelve en el tiempo vital. Las notificaciones constantes, las métricas de productividad en tiempo real y la presión de estar siempre disponibles contribuyen a una colonización total del tiempo humano.

     El “Tecnofeudalismo” de Yanis Varoufakis ofrece una crítica profunda y bien fundamentada al estado actual del sistema económico global. Su análisis destaca cómo las transformaciones tecnológicas y las políticas económicas han dado lugar a una nueva forma de organización económica que, aunque tecnológicamente avanzada, reproduce muchas de las características del feudalismo medieval. El libro invita a reflexionar sobre las implicaciones de este nuevo orden y sobre las acciones necesarias para construir una sociedad más justa y equitativa en la era digital.


Bibliografía:

Varoufakis, Y. (2024). Tecnofeudalismo. El sigiloso sucesor del capitalismo. Editorial Deusto.

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