Entre Balcones, Banderas y Arcoíris: La Marcha del Orgullo en Cuenca y el Derecho a Amar sin Miedo
Entre Balcones, Banderas y Arcoíris: La Marcha del Orgullo en Cuenca y el Derecho a Amar sin Miedo
Un recorrido por el color, la valentía y las historias que le dan sentido a esta celebración en una ciudad aún conservadora
La ciudad de Cuenca, conocida por su arquitectura colonial, sus tradiciones religiosas y su atmósfera conservadora, se transforma cada año con la llegada de la Marcha del Orgullo LGBTIQ+. Durante esta jornada, el centro histórico se llena de banderas arcoíris, pancartas y consignas que celebran la diversidad y exigen el respeto pleno a los derechos humanos. Este evento no solo representa un espacio de festividad y color, sino que adquiere un profundo valor simbólico y político al visibilizar las realidades de personas que históricamente han sido marginadas y silenciadas.
La Marcha del Orgullo en Cuenca cobra un matiz particular al realizarse en un entorno donde persisten estructuras sociales conservadoras que reproducen estigmas hacia las diversidades sexuales y de género. En este contexto, ocupar el espacio público se convierte en un acto de resistencia y reivindicación. Cada cartel y cada bandera aluden a historias de discriminación, violencia o exclusión, recordando que la lucha por la igualdad está lejos de concluir. Al mismo tiempo, la manifestación resalta la necesidad de garantizar derechos fundamentales como la seguridad, la no discriminación y la libertad de amar sin miedo.
Más allá del carácter festivo, la marcha constituye un recordatorio de las brechas sociales y culturales que aún deben cerrarse para construir una sociedad más justa e inclusiva. También evidencia la importancia de crear redes comunitarias que acompañen, contengan y fortalezcan a quienes enfrentan rechazo o violencia por su orientación o identidad. Así, la Marcha del Orgullo en Cuenca se consolida no solo como una celebración, sino como un espacio de memoria colectiva, visibilidad y demanda de transformaciones estructurales que aseguren un verdadero respeto a la diversidad. En definitiva, este evento revela que el orgullo es mucho más que un acto individual: es una postura social y política frente a las múltiples formas de discriminación que aún persisten.








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